Campo de éxtasi


Sus ojos temblorosos y pestañas como alas de mariposa le ciegan la vista, me esconden tras las cortinas de luces, mientras mi boca, moja su cuello resaltando su figura. Más abajo, besaré sus pechos dormidos,  hasta la cúspide de sus pezones con luz de plata en sus copas, soportadas por dos breves montañas haciendo temblar su garganta. 
Me espera su piel de espigas, danzando entumecida en la oscura duna de su vientre sacudido a besos en el lago de su ombligo y en el quiebre de sus caderas, sus costados.
Rueda entre las sabanas. Mi boca golpea su cintura al ritmo de mis besos, voltea; Al mirarle, su espalda tallada y a final sus dunas de arena, como dibujadas por el viento y entre las dunas el estero brillante y el sudor de la angustia en su mirada. Mis manos dibujan, mis dedos irrumpen el calmo desierto, las aguas dormidas se despiertan exaltadas por la travesía. Al temblar la tierra por mi boca y levantarse, las piernas se abrirán mostrando su caracola de nácar, el pozo de agua, el abismo de luna, enmarcado por sus vellos de rosas amarillas, de otoño dorado, regando el agua a raudales tibios, humedal de fuego coronado por su imagen sutil, efervescente.
Mi boca busca convertida en espuma, haciendo susurrar sus labios que sonríen después cada gemido. Tiempo detenido; al fondo danza vibrando la lengua en el labio inquieto...Los arenales se derrumban y se entregan sacudidos por mi hambre, encendidos por mi deseo. Arenales de luna, espigas de fuego, estrellas fugaces arrancadas a besos; el viento sopla por mi boca y su largo quejido me provoca; noche de cuerpos, campos de éxtasis y orgasmo.

Gustab

















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